La alimentación sana y saludable versus semillas transgénicas

Por: Mario Laura Huallpa*

Una de las características de las comunidades, aylkus, markas y suyus de la zona andina y sub andina de nuestro país son los distintos terrenos semiáridos y los diferentes suelos que son aptos para la producción agrícola a pequeña escala, frente a la poca inversión estatal en el fortalecimiento de la agricultura familiar campesina.

A esto debe sumarse la contaminación de las actividades industriales que afectan las bondades del suelo que, en algunos casos, no sirven ni para sembrar o hacer crecer alfalfa, debido a que son salitrosos y, consecuentemente, el agua es salada.

Estos hechos han motivado a los pobladores de algunas de las comunidades a trabajar en la cosecha de aguas de lluvia construyendo wijiñas y/o k’otañas, que les permita abastecer al consumo humano y de los ganados, en su mayoría ovejeros.

Pero también se advierte que algunas zonas sus habitantes incursionaron e intensificaron en la producción de monocultivos; quinua, recuperando las variedades locales y sembrando en pocas extensiones, pero seleccionando las mejores semillas para ponerlos en pirwas.

En busca de agua

Ante la falta de agua potable en varias comunidades de la zona andina se construyen las wijiñas en las faldas de la serranía, ya que ahí puede haber agua dulce porque en la planicie generalmente el agua es salada.

Otro trabajo que realizan los comunarios es abonar en época de cosecha para recuperar las semillas de varias especies nativas, como es el caso de la alfalfa, porque si falta entonces se debe recuperar las praderas nativas, como es el kauchi; esta planta es la preferida de las ovejas porque su contenido de sal.

Sistemas de producción

En las área rurales existen sistemas de producción apropiados a nuestra realidad y velando la madre tierra, es así que cada productor debe ser igual que un artista, un músico, es decir que puede diseñar sus propias parcelas que producen, todo en monocultivo como, por ejemplo, la alfalfa, es decir que asocian cultivos con leguminosas con el sistema agroecológico y mejorar los suelos; aunque también en algunas zonas apoyan su producción con abono y biol para tener buenos rendimientos de forraje, principalmente.

Pero en medio en que los habitantes de las comunidades, ayllus, markas y suyus trabajan resguardando las semillas nativas para evitar la erosión de sus territorios e incentivando los medios de producción orgánica, incluso en la siembra de forraje con la disponibilidad de la poca agua que se tiene, las autoridades gubernamentales atentan contra las practicas ancestrales y rompiendo esa interrelación milenaria que existe entre el hombre y la naturaleza, aprobando normas que atentan con la biodiversidad natural.

Normativas transgredidas

La Plataforma Boliviana Frente al Cambio Climático a partir del año 2009 viene desarrollando y cumpliendo una tarea de concienciación a la población urbana y rural sobre el desarrollo mundial que influye en la degradación del medio ambiente y, consecuentemente, en la irracional explotación de los recursos naturales no renovables.

Si bien estas actividades humanas reducen, cada vez más, la cantidad y calidad de esa riqueza natural, principalmente de las poblaciones de los países desarrollados, nuestro país con la implementación de la nueva política económica también es uno de los que contribuye a la emisión de gases de efecto invernadero, dañando suelos, agua y el aire.

Entonces partimos del concepto constitucional que en su artículo 33 señala que las personas tienen derecho a un medio ambiente saludable, protegido y equilibrado.

El ejercicio de este derecho debe permitir a los individuos y colectividades de las presentes y futuras generaciones, además de otros seres vivos, desarrollarse de manera normal y permanente.

Conservar, proteger y aprovechar

En concordancia y refrendando el anterior derecho, el artículo 342 de la norma suprema establece como deber del Estado y de la población conservar, proteger y aprovechar de manera sustentable los recursos naturales y la biodiversidad, así como mantener el equilibrio del medio ambiente.

Pero también señala que los bolivianos tienen derecho a la participación en la gestión ambiental, a ser consultados e informados sobre decisiones que afecten a la calidad del medio ambiente.

Sin embargo, en la implementación de las políticas agrarias de los gobiernos de turno no respetaron este precepto constitucional, porque intensificaron y fortalecieron la agroindustria, el uso de semillas genéticamente modificadas para “garantizar” la seguridad alimentaria.

Más normas transgredidas

No obstante, la Constitución Política del Estado en su artículo 255, numeral 8, prohíbe el ingreso de transgénicos en nuestro país, al igual que la Ley 401. inc. g).

De la misma forma, dentro del marco normativo ambiental, productivo y de protección de la naturaleza que restringen el uso de transgénicos están la Ley Nº 300, Ley Marco de la Madre Tierra en sus artículos 4, 15 y 24, al igual que la Ley Nº 144 de Revolución Productiva Comunitaria artículos 13, 15 y 19.

A pesar de las restricciones previstas en la norma suprema y leyes conexas, como el artículo 124 de la Constitución Política del Estado, que refiere como “traición a la patria al que viole el régimen constitucional de los recursos naturales”.

La Ley Nº 1333 de Medio Ambiente que en sus artículos 1134, 114, y 115 tipifica como delitos ambientales la introducción o transporte en territorio nacional de tecnología contaminante.

Para finalizar podemos señalar que las directrices axiológicas y técnicas que constituyen la aplicación de las normas ambientales, no respetaron los principios rectores previstos en la norma suprema y en la legislación ambiental vigente.

* Es miembro de la Plataforma Boliviana Frente al Cambio Climático

Comparte este contenido: